El corcho es la corteza que reviste la madera del alcornoque que los protege frente a las condiciones extremas del clima mediterráneo, como son la sequía, las altas temperaturas estivales y los incendios.
A medida que el árbol se va desarrollando, la corteza, formada a base de capas anuales, aumenta su espesor proporcionalmente al crecimiento del tronco o rama en la que se origina.
El corcho proviene de la corteza del alcornoque. Es un recurso renovable y constante, haciéndolo ideal en términos de la siempre creciente demanda de la conservación de los recursos naturales ya que se obtiene por descortezamiento del alcornoque, sin cortar ningún árbol y esa «cosecha» se realiza cada 9 a 12 años.
El corcho está formado por lagunas poliédricas semejantes a las células de un panal. Las células del tejido suberoso (corcho) son unidades muertas y llenas de aire.
Las paredes de esas células, que son como minúsculos compartimentos estancos, están constituidas fundamentalmente por suberina y cerina, sustancias que lo hacen bastante ignifugo, muy flexible y prácticamente imputrescible.
Se llaman lenticelas a los poros existentes en la corteza suberosa, necesarios para la respiración de ésta, ya que es a través de estos por dónde el corcho recibe el oxígeno.
En cuanto a la composición química hay que decir que el primer descubrimiento notable en las investigaciones sobre la naturaleza o composición química del corcho, identificó la «suberina», sustancia fundamental, sin duda la más importante de las que componen el tejido suberoso. Actualmente se sabe que la suberina es una mezcla de ácidos grasos.